Thursday, December 13, 2012

Miquiz calacohuayan*
Elizabeth Marroquín


Puedo escuchar a mi madre llamándome desde la casa diciendo que ya es hora de preparar la comida. Esta es la hora que más detesto y en la que desaparezco, pero hoy se me ha hecho imposible.

Entro a la cocina sin ganas.
 ─No sé cocinar mamá. Es mejor que lo hagas tú.
 ─ Kalomt’e K’abel, ya no eres una niña. Tienes quince años y ya es hora de que aceptes a un  marido pero ¿Cómo vas a conseguir a uno así?─ Mamá me dice alterándose.
Yo no le respondo, ni la veo a los ojos. En vez me pongo a preparar la masa. Ella no sabe que no pienso casarme. He tenido bastantes pretendientes en Calakmul pero  cada uno de ellos se ha quedado con hambre.

Quiero ser más que una mujer de la casa que limpia, cocina y tiene hijos. Quiero tener libertad. Me encanta el tiro con arco y el olor del bosque. Cuando puedo me disfrazo y me escapo con los muchachos a cazar. Toda mi vida he escuchado decir que ese no es el lugar de una mujer pero mi puntería es mejor que la de mis hermanos.

Cuando termino de preparar la comida me escapo de la casa para despejarme un poco y pensar en lo que me ha dicho mi mamá. Sé que quedarme soltera no es una opción. Escucho una conmoción en el centro del pueblo, y cuando me asomo veo al rey con su tocado de plumas de quetzal, sus ojos bizcos y su frente plana. Será el hombre más bello del reino pero a mí no me impresiona, especialmente con ese carácter.

Al siguiente día mi madre me despierta muy apurada diciéndome que tendremos un invitado especial esta tarde y que tengo que empezar a preparar la comida. Le obedezco. No tiene sentido discutir con ella.

Cuando atardece, mi madre hace que yo prepare la mesa. Me da los platos de comida para que los empiece a poner. Cuando entro al comedor encuentro al rey sentado, y yo con el plato de comida en la mano. No sé que hacer. Si no se lo sirvo lo tomará contra mi familia pero no estoy lista para casarme y mucho menos con él.
 ─ In lak’ech*  mi rey.
No me responde. Simplemente espera que le ponga el plato frente a él. Estoy pensando en regresarme a la cocina cuando mi mamá entra.
 ─ Izcalli*  señor. Anda K’abel, sírvele la comida al rey.
Resignada lo hago. Había pedido ser más que un ama de casa pero nunca me imaginé que los dioses me convertirían en reina.

El rey me ha citado a su habitación por tercera vez. Está ansioso por tener hijos pero yo no. Al ver que le he rechazado la invitación por tercera vez, él decide venir a la mía. Cuando trato de escaparme hace que los guardias cierren las puertas. Hoy seré suya.

Hay un bebé creciendo dentro de mí. Un bebé que nunca quise. Es hora de llevarle al rey su cena adornada con kabal muk.* Me siento frente a él con una sonrisa. Aquí estaré para verlo entrar por la puerta de la muerte. Esta noche seré lo que siempre quise ser: Una mujer libre. Seré más que la esposa del rey. Seré más que una madre. Libraré a mi gente de las manos de los tlalpoloani* y mi tierra volverá a escuchar a nuestro quetzal cantar. Se acordarán de mí, Kalomt’e K’abel, la reina guerrera.

*Puerta de la muerte.
*Forma de saludarse. Significa soy otro tú.
*Tu casa
*Planta toxica
*Conquistador o destructor de tierras y personas.
Llovía
Francisco Borrallo Pérez

“Y todo había sido como tiene que ser 
                                                                    el arte, inconsciente, ideal y lejano”.
(El retrato de Dorian Gray, Oscar Wilde)


Nancy Brabson no era consiente del tiempo que llevaba conduciendo, pero el ruido del claxon de un camión la condujo a la realidad. La lluvia caía con la misma intensidad que sus lágrimas, y el ritmo del parabrisas intentaba aclarar su visibilidad. En la radio empezó a sonar la canción The river de Bruce Springsteen. En ese mismo momento le vino a la mente la imagen de su esposo. Miles de preguntas estaban su cabeza, pero no encontraba ninguna respuesta coherente. Era imposible para ella explicar a nadie en el laberinto en el que se había  metido y la confusión mental que sentía. No podía parar de conducir porque no tenía ni idea qué hacer. Era como una hoja que arrastra el agua de la tormenta. No tenía la intención de huir pero qué más podía hacer, que seguir la carretera como ese río que la arrastraba. Solía relacionar a los momentos importantes de su vida con una obra de arte. En esta ocasión, sin pensarlo y, automáticamente después de la imagen de su marido, apareció la imagen en su mente del cuadro El Naufragio de William Turner. Tenía mucho miedo, emocionalmente se sentía en un barco a la deriva contra un mar embravecido.

Podría ser otro semestre más en la universidad para ella, pero este era completamente distinto. Aceptó el trabajo en la Universidad del Norte de Florida, era lo que esperaba durante años, quería dejar los colegios públicos y provincianos. La distancia  de casi dos horas y cuarenta y cinco minutos en coche  desde Tifton, Georgia hasta Jacksonville no sería el problema. La verdad es que su horario no era del todo malo, solo tendría que ir a la universidad dos días a la semana, los martes y los jueves. Su marido y su hijo continuarían en Tifton hasta que su trabajo fuese fijo. Él se graduó en una especialidad medicina y no tenía problema para encontrar trabajo donde fuese. Su hijo terminaría el instituto en Georgia, y luego para el próximo semestre iría a la universidad. Odiaba la ciudad de su marido y solía decir entre-dientes: “tierra de pozos donde nada pasa”; soñaba con vivir cerca de la playa en una ciudad más vibrante, y ahora ese era su momento.

El martes su primer día de clase fue normal, no había diferencia con su trabajo en la escuela pública. Le contó a su esposo una anécdota de una chica que llegó tarde a una de sus clases  con unas botas militares en las manos y completamente mojada por la lluvia. Su marido le  preguntó si le había quitado la falta, y ella afirmó. Inmediatamente después y por primera vez el marido le preguntó: “Es bonita”. A lo que ella sorprendida le contesto: “¿Cómo se te ocurre eso?  Y además, para tu información, es como una espantapájaros, muy delgada, con todo el rímel por la cara y con ropa de punk”. Pero ella mintió, le pareció impresionantemente bonita, una cara muy exótica, el rímel por su cara pronunciaba más sus rasgos faciales y sus ojos. El agua goteaba de su pelo hacia su camisa que transparentaba y marcaba todo su pecho. Pantalones negros, rotos y estrechos que finalizaban en unos pies dignos de una geisha, muy cuidados y pequeñitos, que contrastaba con las grandes y negras botas que llevaba en las manos. Fue la primera vez que como profesora vio a una alumna de manera diferente.

Como dibujante tenía muy buena reputación, pero Nancy quería ser conocida por sus pinturas. Ella estudió varios masters en París.  Para ayudarse con un dinero extra, pintaba retratos y dibujaba caricaturas a la orilla del río Sena cerca del Museo de Orsay. Y llegó a ser popular por sus trabajos con los turistas. Eso sí nunca trabajó en el barrio de los pintores, le agobiaba, ella prefería ver cómo el río corría. Observar las diferentes fisionomías era su hobby y su defecto profesional. Amaba averiguar los orígenes de las personas por sus rostros, posibles mezcla de razas. La alumna la tenía obsesionada. No podía averiguar por su rostro  y piel de donde podía proceder, eran tantas las razas posibles o quizás una raza tan pura y desconocida para ella que no  tenía ninguna certeza en poder averiguar sus orígenes. La chica como alumna era solo una superviviente, como persona era toda una líder.

Después de un mes, yendo y viendo, su coche, que empezó a darle problemas, tuvo la generosidad de no estropearse en la carretera pero sí en los aparcamientos de la universidad.  Después de hablar con su esposo, el plan elegido fue arreglar el coche y pasar la noche del martes y miércoles en un motel en Jacksonville. Cuando terminó sus clases y en medio de una fuerte lluvia se dirigió hacia la parada  de autobús. Un deportivo negro se acercó y una voz gritó  desde adentro: “¡Pero es que no piensa montarse!”.  Era su estudiante. Nancy le contó sobre su coche y le dijo hacia donde se dirigía, pero la alumna no tenía intención de llevarle al motel, sino a su apartamento de lujo. La alumna sabía como manejárselas con las personas de su edad, tenía conversación y arte para saber qué es lo que pasa por la mente de un hombre o una mujer de su estilo. Esta chica supo seducirla con  su conversación, ingenuidad y picardía. Pero además le secó la ropa, le preparó un caldo caliente, un baño sofocante y como no, una noche ardiente. Afuera llovía intensamente y los truenos hacían la velada más intensa e interesante. Era como estar en un jardín secreto y con un trato distinto al acostumbrado. Se sentía interesante y mágica. Nancy pensaba que estaba viviendo un sueño, una fantasía, que nada era real. Las estrías, celulitis y comienzos de flacidez de su piel, parecían que habían desaparecido como su propia realidad. Quería volver a su realidad pero al mismo tiempo quería que aquella situación nunca acabara; porque estas nuevas sensaciones y  emociones eran intensas, nuevas y  distintas.  Se estaba auto descubriendo con la ayuda de su alumna.  Por otro lado, la joven actuaba con la naturalidad de hacer lo mismo frecuentemente. 

La chica salió temprano para sus clases, y ella cambió la intención de ir a un motel por la idea de quedarse una noche más en ese apartamento. Durante el día el recorrió la ciudad, fue a un café, a  una galería de arte y llegó a tiempo para preparar una cena. Quiso estar muy ocupada para no tener tiempo de pensar fríamente lo que estaba ocurriendo. Todo el día estuvo lloviznado, pero al final de la tarde parecía que el sol volvía a salir.  La chica volvió, le llamó por el megafonillo de la puerta y le pidió que le ayudara a subir unas bolsas. Ella bajaba las escaleras saltando como si tuviera veinte años menos. Después de pasar la puerta del apartamento y después de dos tórridos besos… la policía interrumpió la escena romántica rompiendo la puerta. Y gritando: “Desde este momento todo lo que diga puede ser utilizado en su contra, queda detenida por posesión de drogas y por mantener relaciones con una prostituta”.

Abuelo
Diego Rueda


Son el roble y tus espíritus gemelos
Nacidos en el campo y endurecidos con el tiempo.
Florece el frailejón con el invierno
Como tú ante los días adversos.
Los años le han pasado cuenta a tus cabellos
Como los meses del otoño con las hojas del arce.
Abedules solo se comparan con tu templanza y Fortaleza
Como magnolias que florecen y alegran los valles con sus colores.
Son para mi tus consejos en los días tristes
Y como el samán brinda su sombra a quien necesita refugio
Son tus brazos abiertos esperándome diciendo "te amo"
Una danza de la playa
Jessica Budke
La brisa traía hojas crujientes y naranjas que habían descuidado los árboles. El aire era fresco dejando solo el sol para calentar la tierra. El mar comenzó a oscurecer esta época del año, como si la luz interior se hundiera más y más en sí misma, sosteniendo sus secretos hasta los meses de verano, cuando la risa de los niños y las salpicaduras calientan las olas.

Donde las olas besaron la arena una mujer caminaba. Su pelo largo y oscuro tratando de escapar con la brisa pero no queriendo abandonar una cara tan encantadora. Su falda ondeaba hacia atrás y hacia adelante atrapado en una tormenta de viento y arena. Exigió la atención, era un reconocimiento de un momento de la vida y la belleza interior. Uno casi ni se daba cuenta que no estaba sola. Parecía navegar por la arena con movimientos como el aire respirando viento.

Él piso la tierra fuerte con pasos pesados que dejaron un rastro profundo, hundido en la arena, dejados ahí para que el mar los limpiara. Ella era joven, uno se imagina que su alma era libre. Y él era viejo y abrumado por el peso de la vida, como un barco que se hundió por una tormenta que no se podía navegar.

¿Quién era él para ella? El sol atrapó una mirada al diamante en su dedo causándolo ardor a los ojos de cualquiera que estuviera mirándolo. El diamante enredado en sus dedos mientras sostenía la mano del hombre. ¿Su padre? No, la mano estaba tejiendo demasiado deseo en el otro, con tanta intensidad y anhelando tener más. ¿Su marido o su amante? Pero ella es tan bella, tan llena de vida. Su existencia es una canción de las historias y memorias ligeras y su movimiento tan fluido como el de las sirenas.

Tal vez se casó con él por su dinero, una mujer sacrificando el amor para obtener seguridad, disfrutando en estos momentos de libertad que sienten los jóvenes en el aire salado, poco dispuesta a dejar pisadas en la arena al lado de los de él, dispuesta a dejar al mar lavar su existencia.
Quizás el amor está más allá de la edad y ella baila mientras camina para disfrutar de los momentos prolongados que tiene con él. Forzándolo a beber la arena y el aire, obligándolo a recordar que la edad es sólo algo que se siente, que superar el entusiasmo por la vida es permitir que el alma se arrugue.

Tal vez ella es una sirena una criatura cambiando su cola por piernas para pasar los años con su marinero antes de regresar al mar.

Tal vez estamos destinados sólo a preguntarnos, a observar el mundo que nos rodea y dejar que nos inspire. Quizás el amor no es para entender, sólo para sentir.
Esperando
Aridai Rivera

Cuando se lo llevaron
Todo cambió.
Ya no reían y todos lloraban
Mi abuela callaba y lo negaba.

Se lo llevaron como si nada
Ya era su tiempo
Nadie pensaba que sería,
Precisamente antes que él se casara.

Se lo llevaron y en su sitio
dejaron un niño nuevo.
Un niño bello con una risa pura,
suficiente para sanar corazones rotos.

Cuando se lo llevaron
Todo cambió.
Todos reían y ya no lloraban
en niño sonreía y el hombre lo esperaba.
Mi querido amigo
Jake Fagan

En tiempos felices
Nos reuníamos para celebrar.
En momentos turbulentos
Aliviabas mi dolor.

Fue nuestro tiempo juntos
Dulce aunque breve.
A pesar de que te han llevado,
Sigues aquí dentro de mí.

En mis días más oscuros,
Tus chispas me daban luz.
En mi días más amargos,
Las comía por ser dulces.

He sido afortunado al poder
Oler tu fragancia
Antes de conocerte cara a cara.
Ahora percibo una agridulce calidez
Y la felicidad que siento
Viene con algo de tristeza
Porque te he comido.
Has desaparecido.
Sola
Elizabeth Tapley

El viento sopla por la ventana
furioso como un huracán.
Sentada en la cama, temprano por la mañana,
sin nadie con quien conversar.

Las manecillas ruedan por el día
con esperanza de parar.
Las paredes blancas que no podían
empezar hablar de los demás.

El zumbido ya no anuncia
cansado de gritar.
Se escapa por las noches
para alguien más atormentar.

El viento sopla por la ventana
furioso como un huracán.
Sola acostada en la cama
sin nadie a quien amar.
Alguna vez son recuerdos
Diego Rueda

Una vez alguien me mostró que se pueden expresar sentimientos
Con tan solo una mirada
Una vez alguien me enseñó que para ser feliz en la vida
No necesito el dinero
Una vez alguien secó mis lágrimas
Mientras me decía que los niños no lloran
Una vez alguien comprobó que aquello que nos conviene
Necesita de esfuerzo
Una vez alguien me decía: "párate derecho y mira a los ojos
cuando saludes a alguien"
Una vez alguien me demostró
Que el verdadero amor es un sacrificio de vida
Una vez quise verme como él
Una vez fue un abrazo
Una vez fue un consejo
Una vez fueron años
Una vez fue mi padre.
Escondite
Elizabeth Marroquín


--Juguemos al escondite--
Dijo mamá
--- tienes que quedarte calladito.


En el silencio
los gritos comienzan,
la sangre no cesa,
El llanto no calla.  


Los encontraron.
Los juntaron.
Los callaron.


En la soledad
el aire ahoga,
la paz abandona,
la libertad ahorca.  


Mami despierta.
Abre tus ojos.
¡Mira gané el juego!
Te hubieras escondido conmigo.
¿A caso me conoces?
 Francisco Borrallo Pérez

Él no quería, pero como impedirlo
si le habían arrancado el amuleto
que era su verdadero corazón,
el centro de la vida.
("La noche boca arriba" Julio Cortázar)

El destino, la casualidad, la vida, Dios, ¿Quién es el responsable de que yo esté aquí? ¿Cómo ha sido posible llegar aquí? Hoy se celebra la fiesta nacional en este país, además hoy se juega  la final del futbol, con lo cual mi jefe, que es más dueño de mi fatalidad que yo misma, ha decidido que no vaya a trabajar porque no habrá clientes. Yo no celebro ninguna de las  fiestas, ni siquiera navidad, porque en esos días es cuando más intenso vivo este destierro. Realmente fui consiente de mi desamparo el mismo día que me hice mujer. No sabía qué era lo que estaba pasando en mi cuerpo, pero tampoco tenía a nadie a quién preguntarle. Ese fue el día que acepté mi designación y comenzó mi interno retiro. Desde ese día hablo conmigo misma en voz alta. Un día me preguntaron si no pensaba tener hijos y la verdad no podía parar de reír. Yo no puedo creer que alguien piense que yo pudiese permitir que otro ser humano padezca este desamparo. Ahora que lo pienso, hace mucho tiempo que no le he dicho a nadie te quiero.

Hoy yo le he contado mis secretos a Luz y lo hecho para que dejara de llorar. Le he contado al oído que no me llamo Margarita, que eso es solo cosas de los papeles falsos para trabajar aquí en Estados Unidos. No se sorprendió de que fuese ilegal pero sí de mi nombre. Me llamo Yolotzin es un nombre maya, que significa corazón. Ella también tiene 24 años como yo. Luego ella me contó la razón por la que estaba tan triste. Ella perdió un pendiente de esmeralda que era su amuleto.  Me dijo que fue el regalo de uno de sus antepasados, un minero de Muzo*, a su amada y que pasó de generación en generación, desde la primogénita hija de sus ancestros, hasta que nacieron ella y su hermana gemela. Su madre le dio uno de los pendientes a su hermana y el otro a ella. La hermana esta en Europa trabaja como administrativa en una importante empresa. Luz siempre dice que la hermana es igual de bonita que ella pero más inteligente. Le he prometido a Luz que le voy a prestar uno de mis talismanes. Yo tengo dos talismanes, la pluma de quetzal* que me regalo mi padre y el pequeño jade*, que me regaló de mi madre. Estoy segura que harán aparecer el arete. Le conté que  mis amuletos me ayudaron para que no  me pasara nada con los maras de Guatemala,  ni tampoco cruzando todo México, ni pasando la frontera americana y también me ayudó cuando tuve que montarme en muchos autobuses desde Texas a Jacksonville. Luz me ha agradecido mucho que le quisiera ayudar. Pienso que ella está tan sola como yo. Es mesera en el restaurante donde trabajamos, habla muy bien inglés y recibe muy buenas propinas. Ella es la que me traduce cuando mis jefes me hablan. Yo trabajo de lavaplatos, gano $4.50 por hora porque dice el jefe que soy muy bajita y no hablo inglés.  Soy bajita pero los que hablamos mam* somos muy trabajadores y valientes; ningún americano mas grande hace mi trabajo mejor que yo.

Hoy hemos ido a la ciudad Laila y yo a pasear y tomarnos un helado. Vivimos donde trabajamos, en El paraíso, un bar de carretera cerca de Sevilla. Bueno, Laila no se llama así su nombre es Aurora. Ella  no quiere que nadie sepa que es prostituta. Le contó a  su hermana gemela que trabaja de administrativa. Aunque su país no está en guerra, a sus padres los mataron porque su padre fue como testigo  a un juicio en contra de un  narcotraficante.  Las niñas se salvaron porque estaban en la escuela.  Ella siempre dice que la droga trae muerte. Primero fuimos amigas por necesidad y luego por afinidad. En El paraíso todas las que ofrecen servicios son españolas excepto nosotras. El dueño siempre dice “No discutir chicas que las extranjeras son  necesarias para ofrecer más variedad y con eso ganamos más dinero todos”. La crisis económica de España ha hecho que muchas mujeres tengan que trabajar como fulanas. Nosotras somos diferentes, hablamos idiomas y en nuestro tiempo libre leemos muchos libros. Yo odio mi trabajo y repugno el sexo. Solo apenas unos años, en 1995, cerca de mi ciudad Dubrave, Bosnia, durante la que se llamó la Masacre de Srebrenica*,  gente de mi país me violaron consecutivamente y mataron a mi familia porque éramos de otra etnia y otra religión.  Cuando yo era pequeña me gustaba pensar  que como mi nombre es Vesna, que significa mensajera, algún día daría un mensaje importante a todo el mundo. ¿Pero qué mensaje puedo dar yo? Ahora que me acuerdo, Aurora solo llevaba un arete. Mañana le preguntaré si se le olvido ponerse el otro o si lo perdió.

No me cansaba de decirle te quiero, a mis padres, a mis abuelos, hermanos, pero ahora……. A veces pienso que estoy loca porque escucho la voz de mi madre llamándome y me gusta. Y otras veces huelo la comida que preparaba mi abuela mientras escuchaba la radionovela de turno. También de pequeñita, cuando yo enfermaba, mi padre venía a mi cama y me daba un beso en la frente y un abrazo para que me pusiera sana prontito, a veces en sueños mi padre viene y me da ese besito y el abrazo, siento su tacto, porque él quiere que todo salga bien. Cuando me ocurren esos momentos de locura, el sabor de mis lágrimas me trae a la realidad. Desde que he llegado a este lugar, el sol no me calienta el alma y tengo mucho frío. Pero  yo no me rindo. A mi me gustaría  ver esa “Vesna” de Luz en mi Corazón (Yolotzin) que me traerá la Aurora.

*    Muzo.- Municipio  en Colombia conocido por sus yacimientos esmeralderos.
*   Quetzal.-  Un ave que su hábitat es la selva montañosa, en espacios húmedos en centro América. Esta ave tiene un papel importante en la mitología prehispánica y moderna de la región. Los reyes y sumos sacerdotes ancianos llevaban tocados de plumas de quetzal. En la voz nahuatl quetzal significa precioso o bello, en otras voces mesoamericanas significa sagrado o erigido. Hasta años recientes, se creyó que el quetzal no podía procrear ni vivir mucho tiempo en cautiverio, por lo que es un símbolo tradicional de la libertad
*      Jade.-Piedra de dioses maya
*      El  mam.- es una lengua maya hablada en el noroeste de Guatemala y en la zona sureste del estado de Chiapas, México.
*    Masacre de Srebrenica.-  Bosnia y Herzegovina, 13-22 de julio de 1995, fusilamientos masivos, más de 8.000 muertos. Motivos limpieza étnica durante la Guerra de Bosnia. Aunque se buscó especialmente la eliminación de los varones musulmanes bosnios, la masacre incluyó el asesinato de niños, adolescentes, mujeres y ancianos, con el objetivo de conseguir la limpieza étnica de la ciudad. La mayoría de las mujeres fueron expulsadas a territorio bosnios y algunas asesinadas y violadas


Yo soy el río
Jessica Budke

Yo soy el río que fluye al mar.
Mi sangre es agua que se mueve sobre las rocas y se enreda en la corriente.
Mi corazón palpita con la persistencia de la búsqueda de los ríos.
Mi mente es la gota de agua que no sabe que es el río y parte de algo más.
Mi amor es el río que fluye al mar.
Es a veces cambiante y otras constante.
Su calidez no puede ser congelada por los inviernos fríos.
Es la corriente que lucha contra la presa sabiendo que no puede fallar.
Tiene la fe del más lejano goteo que cree en el mar.
Tu eres el mar hacia el que el río fluye.
Tu corazón es como el mar, nunca lleno de agua y nunca lleno de amor.
Tú eres parte de algo más.
Tú eres el azul, el fresco, el siempre libre,
La entidad que está siempre presente en cada orilla,
La superficie tranquila con fuertes corrientes.
Un reflejo de las estrellas y el sol.
Sin límites en profundidad, sabio con el conocimiento de tantas olas.
Yo soy el río que el mar provoca.

La Salsa
Henry Ho

Dicen que la salsa ésta muerta
dicen que la bachata o el tal reggaetón
ahora ocupan tu posición,
que se han olvidado de tu sabor.

Pero cuando se busca la rumba
no hay como el condimento de tu tambor,
reggaetonero, bachatero tu sonido es fenomenal,
pero la salsa es un sonido celestial.

Melodía de trompeta, piano y timbal,
haces reír, llorar, cantar, amar.
Intensificas nuestras alegrías,
serenas al afligido en su malestar.

Incrédulos, deben recordar
que la salsa es su mamá y papá
Sin bongos y sin timbal, nuevos ritmos tropicales
¿Cómo se habrían podido engendrar?

Cadencia de ayer, de hoy y del mañana,
tu sazón nunca terminará.
Te cantó Celia, te canta Marc, y muchos más te entonarán,
así declaro, la salsa es inmortal.
Novela de las comadres
Elizabeth Tapley

Esmeralda y Camila  en casa de Camila conversan sobre sus vidas
CAMILA: [Grita desde la cocina] ¿Qué hora son?
ESMERALDA: [Sentada en el sofá]  Las seis y cuarto
CAMILA: ¿Qué bueno, entonces tenemos tiempo para un café?  ¿Cómo te gusta tomarlo?
ESMERALDA: Con leche y tres de azúcar por favor.  ¿Cómo están tus hijas, Rubí y María Isabel?
CAMILA: Muy bien siempre en la calle patinando y jugando con las Muchachitas de la colonia.
ESMERALDA: Qué bien.  ¿Ya les compraste las Agujetas de color de rosa para la presentación?
CAMILA: [Llega a la sala con el café y se sienta en el sofá]  No, pero voy a ir con Teresa el viernes para ver  a La dueña de la casa que quiero comprar.
ESMERALDA: ¡Con Teresa!
CAMILA: Sí, con TeresaESMERALDA: [Con sarcasmo] Tú sabes que Teresa es mi Querida enemiga del alma.  Yo no sé por qué la perdonaste después de que quería andar con tu primer novio.  Ella sabía que estabas Llena de amor por él.
CAMILA: ¡Eso fue hace mucho tiempo!  Pero tú sabes que todas nos moríamos Por un beso de él, hasta tú misma.
ESMERALDA: [Riendo]  Eso sí.  Pero lo que se me hizo de mal gusto fue que pasó en tu propia Quinceañera.  Cambiado de tema.  ¿Qué tal te parece la nueva clase a Salomé?
CAMILA: [Se cubre los ojos con la mano] Ay qué crees que hizo esa niña RebeldeESMERALDA: ¿Qué hizo? No me digas que leyó El diario de Daniela otra vez.
CAMILA: No, no quería ir a su nueva clase.  Me dio el número de la clase equivocada.  Ella me dijo que era la clase 436 y en realidad era la Clase 406 ESMERALDA: La mentira de ella fue muy pequeña no te enojes, mujer.
CAMILA: Mi pecado fue confiar en ella.  Como era el primer día de clase nos tomó casi dos horas para saber cuál era su número de clase.  Pero una cosa sí salió buena de todo eso.
ESMERALDA: Y qué fue eso.  No me digas que La venganza te ganó el alma y le pusiste una clase de trampa a la niña.
CAMILA: ¡Ay claro que no!  Si no más tiene ocho años.  No, lo que pasó fue que conocí a su director y está muy guapo y sin compromiso.  Puedes Volver a empezar con el amor y olvidarte de La traición de tus últimos novios.
ESMERALDA: Al diablo con los guapos.  Ahorita tengo que enfocarme en mí y en mi carrera.  El Amor real llegará a mis puertas cuando menos lo espere.
[Suenan las campanas del reloj marcando las siete]
CAMILA: Enciende la televisión que ya es hora.

Monday, November 26, 2012

 Mi banco
Jake Fagan

Los días empiezan a acortarse.
Cada noche es más larga.
Las hojas comienzan a caer,
Todas caen suavemente a su muerte.
Los pájaros ya han volado
Y mi banco sigue inmóvil y callado.
Nadie ha pasado.

Mi banco endurece
Un tiempo desagradable,
Se calienta
En esta época del año con
Hojas rojas y anaranjadas.
Ellas también, se van a ir
Y lamento que yo también
Me vaya.

¿Quién calentará  mi banco
y derretirá su ataúd de hielo?
¿Quién hará una mueca cuando
brame el viento?
¿Y quién será fuerte
para aguantarlo?

Saturday, November 24, 2012

Infierno concreto
Kasandra Ortiz
 
 
Mi infierno concreto...es el que yo llamo hogar
Es donde me siento más cómoda
No verás una flor o incluso un árbol.
Pero puedes ver las malas hierbas que estallan
contra el concreto para llegar a la luz.

Así es la vida para la gente de mi ciudad.
Santos mezclados con asesinos y ladrones.
Pero es el que yo llamo hogar.
Es fácil saber la diferencia entre un indígena y un visitante.
Nuestra ciudad no recibe muchos visitantes.
Pero los nativos saben cómo maniobrar las aceras agrietadas y el bache en carreteras llenas.

Es fácil llegar a mi casa si sabes el camino del infierno de concreto.
Gire a la izquierda en la bodega, pasando por la iglesia de dos personas tocando la pandereta.
Gire a la derecha donde está la traficante de drogas.
Y ha llegado a mi casa.
Es la que tiene la bandera de Puerto Rico afuera, el jardín y el rayo de esperanza.

Monday, October 29, 2012

Últimas palabras
Elizabeth Marroquín


Un hombre se sienta en su carro lleno de humo. En estos días sus pensamientos no callan. Cierra los ojos y recuerda.
******
Rafael caminaba ansiosamente en el pasillo adornado con las múltiples fotografías de los últimos tres años con su bella novia. Su novia que ahora tardaba demasiado en arreglarse. La misma que lo tenía esperando desde hacía una hora. 
 “Isabela, ¡Apúrate mi amor que vamos a llegar tarde!” grita tratando de no perder la paciencia.
 “Ya vengo mi cielo, no te enojes”, le dice Isabela bajando las escaleras.
Rafael recoge las llaves de la mesa y sale para su carro sin voltearla a ver. Ella lo sigue silenciosamente. Sabe que él no está de buen humor. El viaje en coche no tarda más de quince minutos pero parece una eternidad. Los dos están demasiado sumergidos en sus pensamientos y ninguno dice una palabra.
 Llegan a su destino y  al entrar al restaurante les da la bienvenida una mesera muy simpática.
 “Tenemos una reservación para las 7:00, está bajo el apellido Gutiérrez”, dice Rafael.
 La camarera busca en la libreta para confirmar la reservación pero se da cuenta de que la mesa ya está ocupada, “Perdón señor, me da pena informarle que sus mesa ha sido ocupada”.
 “Pero señorita, hice esta reservación hace dos meses no puede ser que la mesa ya esté ocupada”, le reclama empezando a estresarse.
“Yo entiendo señor, pero ya son las 8:05 y solo guardamos su reservación por media hora”, responde la camarera con mucha pena.
 “Muchas gracias”, dice Rafael cogiéndole la mano a Isabela para salir del restaurante. No puede creer que esta noche haya salido tan mal. Se suponía que iba ser la noche más especial de su vida. Lo había planeado todo y ahora todo su esfuerzo había sido para nada.
“Ay Rafa no te pongas así. Podemos hacer otra cosa”, le sugiere Isabela sin preocupación y con una gran sonrisa. Al ver la sonrisa de su novia olvida el enojo y la frustración y se la devuelve. Ella le da un beso en la mejilla y le pide perdón.
 Deciden ir a caminar por la playa ya que apenas ha bajado el sol. Llegan a la orilla del mar y él la abraza fuertemente. Los dos, de nuevo inmersos en sus pensamientos, buscando la forma de decir lo que ambos callan.
  Se acerca a ellos un hombre un poco sospechoso. Él le coge la mano a Isabela y trata de guiarla hacia donde esta el carro. El hombre los detiene sacando un arma y diciéndoles que no se muevan. Instintivamente Rafael mete la mano en su bolsillo para proteger la cajita que contiene su promesa. Los próximos eventos ocurren muy rápido. Isabela cae en la arena su mano protegiendo algo. Rafael grita su nombre una y otra vez pidiéndole que no lo abandone. Ella tiene que casarse con él y vivir toda una vida  junto a él. Ella lo mira por última vez, lágrimas en los ojos, sin poderle dar la noticia. Rafael mira a Isabela, en su mano encuentra la ecografía con sus últimas palabras escritas al reverso: “vas a ser papá”.
La vida como es
Brian Dunbar


¿Qué es la vida pues, sino un mero estado?
Brasas que se convierten en cenizas,
Renacen como parte de la tierra,
Sofocando temporalmente al fuego.



Cuando en las estaciones de esta vida,
No perdonan el viento ni el cruel frío,
No importa que le maltraten los tiempos,
Tiene uno que vivir con esperanza.



Bella azucena justo antes de salir,
Con mucho afán de lucir con esplendor,
Por más que trate es inútil resistir.



Deja que vos mismo seas el creador,
Equivocarse, amar, aprender, vivir,
¿Qué sería la existencia sin dolor?

El muelle
Edgard Javier Ramos


Se levanta muy temprano, trabaja de noche y día, ya mismo voy para allá, para el muelle
en la Florida.
En la madrugada, antes que salga el sol, antes que me despierte, antes de
la clase de español.
El muelle está despierto, sin descanso, sin humor, listo para lo que traiga el día,
haya frío, o calor.
Este día es diferente, no como los demás, aunque la necesidad no es urgente, este
caballero va a surfear.
Y da la casualidad, esto es cierto, te lo juro. El muelle es la ola más brutal, que se debe
llamar "los tubos".
En la cresta de la ola, las lineas a una milla, el corazón saca sangre, para
bombear adrenalina.
Se está acercando, mis brazos remando y el muelle al lado mío, no lo puedo negar, se
me fué sin pensar, la ola que yo he querido.
Regresando, nadando, con el sol en mi espalda, cansado, pero no me retiro, el muelle al
lado, de momento he pensado, lo que aprendí cuando era un gremito.
Espera la última, ya tu verás, te darás la cura del siglo, nada más para allá, no te va pasar
nada, ya viene, y está de camino.
De momento, una ola, tan alta como un árbol, que el sol desaparece, y las nubes, las
alcanzo.

El tiempo se tornó lento, las gotas del agua como lentes al futuro, el muelle con una
sonrisa, porque me he curado bien duro.
La ola me lleva pa' lante, pa' arriba, pa' todos lados, las chicas me felicitan y los
chicos se ponen bravos.
Pero el muelle tienes sus trucos, formas de controlar mi manía, porque si no fuera
por lo que pasó, me quedaría el resto del día. 
Pense quedarme más tiempo, surfear más, y ser morón, pero el muelle me presentó
su mejor amigo, bienvenido el señor tiburón. 
Tan amable fue su amigo que me persigió por un buen rato, salí con una prisa, que me
deben llamar Edgard el gato.
Así que le dije adiós al muelle, que pase un buen rato, pero este caballero va surfear en
otro lado.   







Friday, October 26, 2012

El mismo santo
Francisco Borrallo Pérez

Todo el mundo consideraba un triunfador al doctor Armando Azcárate Duval, pero él se sentía derrotado. Era hijo del catedrático Eduardo Azcárate y Raquel de Duval, una sevillana sin ninguna profesión reconocida, pero con una popular vida social, amorosa y muy comprometida con la política y la religión católica. Como algunas de las jóvenes de la alta sociedad española de aquella época, Raquel perteneció a un movimiento de ultra derecha y después fue militante de Fuerza Nueva. El doctor Armando tenía un hermano menor, Salvador. Al contrario que su hermano Armando, que tenia un doctorado, Salvador no se graduó ni de la escuela elemental. Salvador era muy cautivador, extrovertido, bohemio, y rebelde. Armando supo canalizar los celos que sentía por su hermano superándose a sí mismo, primero en los estudios, luego en el trabajo y recientemente en su especialización en enfermedades neuromusculares.

El ocho de septiembre, día de Ochún para los santeros y de la Virgen de la Caridad para los católicos, Salvador fue a la consulta de su hermano para felicitarlo por su cumpleaños. Armando estaba ocupado con un enfermo por lo que le tocó esperar. A los pocos minutos llegó otra paciente, doña Emilia Olmo una antigua amiga de su madre que, después de un rápido saludo, le presentó a su asistente y secretaria, Odalys Guerrero. Salvador vio en Odalys la sensualidad de un instrumento de cuerda, el ritmo del mambo y la cadencia del son cubano. En seguida del breve encuentro, entró a felicitar a su hermano, y ya de paso comentarle que había llegado la primavera a la consulta con una mujer caribeña que andaba con doña Emilia. El doctor se quedó prendado con la cubana. La señora Emilia tenía mucha prisa y pidió a Odalys que esperara para recoger sus resultados, radiografías y recetas médicas. El doctor y la asistenta estuvieron hablando y se intercambiaron los números de sus teléfonos. Odalys tenía la sabiduría de la Habana Vieja, era dulce como la panatela, y con una educación y formación sólida heredada de sus profesores rusos, amplio conocimiento de músicas clásicas y en literaturas imposibles. Terminó la carrera de derecho en su país, pero la situación económica le obligo a emigrar. Estuvo dando tumbos por Europa hasta su llegada a Sevilla. Muchas citas, cenas con interminables conversaciones sobre política y literatura, visitas a pequeños pueblos de Andalucía, tardes de exposiciones de pintura, conciertos y bueno, todo lo que surgía, hasta que decidieron formalizar la relación y empezar una nueva etapa juntos y para siempre.

"Te vas arrepentir, te va a engañar, solo quiere lo que quiere", pero además, "...cubana, comunista, republicana, atea, sudamericana, sin familia, madre soltera, manipuladora, aprovechada, provocadora’’ fue la bienvenida de su suegra, eso sí, no todos estos calificativos en un mismo día, poquito a poco como una lluvia suave que se va calando en la tierra y en las entrañas. Nunca supo Raquel que Odalys era santera, porque ese dato la hubiera matado sin un disparo.

El trece de junio fue el elegido. Ella dijo que iba a la Universidad donde estudiaba historia del arte. El doctor Armando recibió una llamada de la abogada que le decía que ya estaban sobre su mesa los papeles de inmigración de su esposa. Con su firma todo quedaría zanjado y ella tendría visa permanente en España. Canceló una cita con una de sus pacientes y como si se tratase de una urgencia se dirigió al bufete de su abogada. No pudo dar crédito a lo que llegó a ver desde el coche; en una dirección completamente distinta a la de la universidad, por la calle iba cruzando su esposa con su hermano. Ella le estaba hablando con una pasión desconocida para él. Primero sintió los martillazos de su corazón como si este quisiera salirse de su cuerpo. Así volvieron los celos de la infancia. Segundo su cabeza iba a estallar porque la voz de su madre se repetía en su mente una y otra vez "Te lo dije, te lo dije, te lo dije". Como un autómata regresó a su consulta e irreflexivamente llamó a su abogada; le pidió que rompiera todos los papeles de inmigración y que automáticamente le preparara los papeles del divorcio, esto se traduce a una deportación inmediata del país.

En el momento que él vio a Odalys hablando con su hermano, ella le contaba muy entusiasmada a su cuñado como le gustaría que fuese la celebración de su tercer aniversario de casada: "Quiero la mejor fiesta de Sevilla, los mejores músicos, que acudan todas las personas que quieren a tu hermano, un sitio exclusivo, mágico y sobre todo que sea tan especial que no lo olvide jamás, porque él se merece todo y más".

Este mismo día, el mismo santo, pero dos nombres y dos significados diferentes, el que es el día de San Antonio de Padua para la Señora Raquel, es el día del Eleggua para Odalys. Eluggua, "el que abre los caminos", le concedió su petición de una nueva etapa como ella le invocaba; pero no sabía esta que sería en otra dirección a la deseada. San Antonio de Padua, "el santo de las parejas" le concedió el deseo a la señora Duval porque ella le imploraba para que se rompiera aquella pareja.

Thursday, October 25, 2012

Besé el aire
Jake Fagan

La fecha, la recuerdo porque quiero y no quiero a la vez: el nueve de abril. Decían que la primavera sólo había estado con nosotros durante menos de veinte días, pero yo sentía un invierno escalofriante por dentro. El calendario mostraba el cuarto mes del año. Yo, en cambio, percibía  el duodécimo.  No quería nada más que sentir un principio nuevo. Pero me daba cuenta de que incluso el primer mes del año, ese nuevo principio muy buscado, se encuentra en la época más fría del año y que tendría que  vencer algo increíble para seguir viviendo.             

El dos de febrero, yo estoy muy lleno de pastel y de nervios. Mi hermano, unos amigos íntimos, mi madre y yo hemos acabado de celebrar su cumpleaños. La silla negra que se encuentra en el rincón, detrás de la cortina, está  vacía otra vez. Ha estado así hace casi dieciocho meses. Da igual. Yo sé que dentro de poco va a regresar quien hace casi un año y medio la ocupaba. Va a venir sin importar que sepa o no mi madre. No ha sido nada fácil convencerlo que regrese. He tenido que exagerar un poco la verdad para convencerme a mí mismo que todo saldrá  bien. Pero ya viene dentro de dos meses más o menos.  Sé que ella lo quiere.  Sé que yo lo quiero. Sé que él  nos quiere. Al menos, lo creo.  Va a ser un regalo de cumpleaños que ella tampoco va a olvidar.      

Hablamos por teléfono el mes siguiente. Me deseó un feliz cumpleaños. “Estas a sólo  una hora en avión”, le dije. “He estado buscando vuelos en línea y encontré uno bastante barato. Me encantaría que vinieras a visitarme en mi cumpleaños. Estoy aquí, y ella también”. Nunca me refería a mi madre como mamá ni nada parecido cuando hablaba con él, por no querer despertar unas emociones inestables. No sé por qué le dejé saber que ella también estaba. Podía haber arruinado la oportunidad fugaz de que viniera. Sin embargo, imaginé que él me quería ver de verdad y si la incluía a ella en la conversación, de alguna manera serviría para convencerme de que él la quería ver a ella también. Pero sabía que en realidad no era así. Me había convencido de que una reunión entre mi madre y mi padre habría sido el regalo más precioso del mundo y que valía todos los riesgos. Sería algo que mi madre y yo podríamos compartir juntos. Madre e hijo.  Es cierto, este plan que he fabricado será algo inolvidable.  Como sería después del descanso de primavera y antes del descanso de verano, los precios iban a ser más baratos. Por eso le dije que sería mejor que viniera a principios de abril. Su horario de trabajo era flexible porque  no trabajaba mucho.  Y pagué la mitad del boleto con dinero que había robado a lo largo de unos meses en preparación para algo grande.   Planeé que cuando viniera, practicaríamos paracaidismo. Me dijo que iría en el avión pero no saltaría conmigo. “Quiero tu compañía”, le dije “nada más”. Nos encantan las montañas rusas, por eso pensé ir en una. Cuando yo era chico, él y yo lo hacíamos juntos siempre que teníamos  la oportunidad. A lo mejor, sería nostálgico. Y luego iríamos a comer en nuestro restaurante  favorito. “Tu pides esa ‘agua dorada’, y yo conduzco”. Los dos reímos un poco y después de un silencio ensordecedor, le dije que lo vería luego. Luego. Ahora, me doy cuenta de que otra vez exageré la verdad.        

Aquél día en abril, más o menos un mes después de esa conversación con mi padre,  le dije a mi madre que un amigo y yo íbamos a salir y que no regresaría hasta después de cenar. No había ningún problema en eso. Es algo que siempre hacía. Por no querer provocar sospechas, le mentí algo razonable. O sea, no mentí, exageré la verdad.     

Y allí me encontré hablando con mi padre. No lo veía, pero sabía que estaba en alguna parte allá arriba. El vuelo habría sido turbulento, habría sido una montaña rusa. “Vaya, justo como dijiste,  no saltaste del avión”, pensé para mis adentros. El hielo de mi invierno interno se derretía. Sentí una brisa cálida. Me calentó por dentro. “Te amo también,” susurré. Besé el aire. “Hasta luego”. Luego puede ser cuestión de décadas, meses o segundos. ¿Qué escogeré?    
                 

Wednesday, October 24, 2012

La conexión china
Phillip Cardona


Escena 1

AGENTE THOMPSON: ¿Me pueden decir lo que pasó aquí?
SARGENTO FRANCISCO: ¿Y tú quién eres?
AGENTE THOMPSON: Soy el detective Thompson, FBI, de la división de tráfico humano.
SARGENTO FRANCISCO: Parece que los chinos tienen noticias de una redada que estaba prevista para hoy a las siete de la mañana.
AGENTE THOMPSON: ¿Cuántas víctimas?
SARGENTO FRANCISCO: Veintitrés
AGENTE THOMPSON: ¿Quiénes son los sospechosos?
SARGENTO FRANCISCO: No tenemos sospechosos en este momento.
AGENTE THOMPSON: Déjame hablar con el testigo.
Testigo #1es un hombre sin hogar de 35 años, blanco, con pelo largo. Tal vez drogadicto.
AGENTE THOMPSON:¿Qué viste antes del fuego?
TESTIGO #1: Unos tipos de negro en una BMW llegaron a la bodega.
AGENTE THOMPSON: Y ¿Qué pasó cuando llegaron?
TESTIGO #1: Hablaron afuera del carro por un minuto, luego el conductor sacó una maleta azul del baúl y se la entregó al chino que estaba al lado del pasajero. El chino del lado del pasajero abrió la maleta y le entregó al conductor una pistola y una botella clara con líquido adentro. Los dos hombres caminaron a la bodega al mismo tiempo, mientras el otro hombre salió del carro y se puso como conductor. Cinco minutos después he oído diez disparos uno después del otro.
AGENTE THOMPSON: Gracias por su testimonio.
OFICIAL LEONARDO: ¡Agente Thompson! Aquí están los bosquejos.

Fin de la escena 1

Escena 2


Empieza a llover, el agente Thompson mira la bodega ya completamente en ruinas y ve los bosquejos de sospechoso, prende un cigarro, entra a su auto y maneja lejos de la bodega.
AGENTE THOMPSON: Hola, Marcos.
Marcos es celador, un hombre con una pansa grande y bigote negro que anda viendo el programa Colombo todo el día y la noche
MARCOS: Tommy, ¿Qué hay de nuevo? ¿Tienes algún caso importante en el momento?
AGENTE THOMPSON: se puede decir eso, Marcos.
Thompson entra su apartamento y se pone al frente de su computador, afuera todavía llueve.
El teléfono suena.
AGENTE THOMPSON: Hola, Agente Thompson, para servirle.
LLAMADOR ANÓNIMO: En un acento extranjero y voz baja. Cierre su investigación Señor Thompson, por su propio gusto.
AGENTE THOMPSON: ¿Quién habla?
LLAMADOR ANÓNIMO: El Gato.

Fin de la escena 2