Monday, October 29, 2012

Últimas palabras
Elizabeth Marroquín


Un hombre se sienta en su carro lleno de humo. En estos días sus pensamientos no callan. Cierra los ojos y recuerda.
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Rafael caminaba ansiosamente en el pasillo adornado con las múltiples fotografías de los últimos tres años con su bella novia. Su novia que ahora tardaba demasiado en arreglarse. La misma que lo tenía esperando desde hacía una hora. 
 “Isabela, ¡Apúrate mi amor que vamos a llegar tarde!” grita tratando de no perder la paciencia.
 “Ya vengo mi cielo, no te enojes”, le dice Isabela bajando las escaleras.
Rafael recoge las llaves de la mesa y sale para su carro sin voltearla a ver. Ella lo sigue silenciosamente. Sabe que él no está de buen humor. El viaje en coche no tarda más de quince minutos pero parece una eternidad. Los dos están demasiado sumergidos en sus pensamientos y ninguno dice una palabra.
 Llegan a su destino y  al entrar al restaurante les da la bienvenida una mesera muy simpática.
 “Tenemos una reservación para las 7:00, está bajo el apellido Gutiérrez”, dice Rafael.
 La camarera busca en la libreta para confirmar la reservación pero se da cuenta de que la mesa ya está ocupada, “Perdón señor, me da pena informarle que sus mesa ha sido ocupada”.
 “Pero señorita, hice esta reservación hace dos meses no puede ser que la mesa ya esté ocupada”, le reclama empezando a estresarse.
“Yo entiendo señor, pero ya son las 8:05 y solo guardamos su reservación por media hora”, responde la camarera con mucha pena.
 “Muchas gracias”, dice Rafael cogiéndole la mano a Isabela para salir del restaurante. No puede creer que esta noche haya salido tan mal. Se suponía que iba ser la noche más especial de su vida. Lo había planeado todo y ahora todo su esfuerzo había sido para nada.
“Ay Rafa no te pongas así. Podemos hacer otra cosa”, le sugiere Isabela sin preocupación y con una gran sonrisa. Al ver la sonrisa de su novia olvida el enojo y la frustración y se la devuelve. Ella le da un beso en la mejilla y le pide perdón.
 Deciden ir a caminar por la playa ya que apenas ha bajado el sol. Llegan a la orilla del mar y él la abraza fuertemente. Los dos, de nuevo inmersos en sus pensamientos, buscando la forma de decir lo que ambos callan.
  Se acerca a ellos un hombre un poco sospechoso. Él le coge la mano a Isabela y trata de guiarla hacia donde esta el carro. El hombre los detiene sacando un arma y diciéndoles que no se muevan. Instintivamente Rafael mete la mano en su bolsillo para proteger la cajita que contiene su promesa. Los próximos eventos ocurren muy rápido. Isabela cae en la arena su mano protegiendo algo. Rafael grita su nombre una y otra vez pidiéndole que no lo abandone. Ella tiene que casarse con él y vivir toda una vida  junto a él. Ella lo mira por última vez, lágrimas en los ojos, sin poderle dar la noticia. Rafael mira a Isabela, en su mano encuentra la ecografía con sus últimas palabras escritas al reverso: “vas a ser papá”.

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