Friday, October 26, 2012

El mismo santo
Francisco Borrallo Pérez

Todo el mundo consideraba un triunfador al doctor Armando Azcárate Duval, pero él se sentía derrotado. Era hijo del catedrático Eduardo Azcárate y Raquel de Duval, una sevillana sin ninguna profesión reconocida, pero con una popular vida social, amorosa y muy comprometida con la política y la religión católica. Como algunas de las jóvenes de la alta sociedad española de aquella época, Raquel perteneció a un movimiento de ultra derecha y después fue militante de Fuerza Nueva. El doctor Armando tenía un hermano menor, Salvador. Al contrario que su hermano Armando, que tenia un doctorado, Salvador no se graduó ni de la escuela elemental. Salvador era muy cautivador, extrovertido, bohemio, y rebelde. Armando supo canalizar los celos que sentía por su hermano superándose a sí mismo, primero en los estudios, luego en el trabajo y recientemente en su especialización en enfermedades neuromusculares.

El ocho de septiembre, día de Ochún para los santeros y de la Virgen de la Caridad para los católicos, Salvador fue a la consulta de su hermano para felicitarlo por su cumpleaños. Armando estaba ocupado con un enfermo por lo que le tocó esperar. A los pocos minutos llegó otra paciente, doña Emilia Olmo una antigua amiga de su madre que, después de un rápido saludo, le presentó a su asistente y secretaria, Odalys Guerrero. Salvador vio en Odalys la sensualidad de un instrumento de cuerda, el ritmo del mambo y la cadencia del son cubano. En seguida del breve encuentro, entró a felicitar a su hermano, y ya de paso comentarle que había llegado la primavera a la consulta con una mujer caribeña que andaba con doña Emilia. El doctor se quedó prendado con la cubana. La señora Emilia tenía mucha prisa y pidió a Odalys que esperara para recoger sus resultados, radiografías y recetas médicas. El doctor y la asistenta estuvieron hablando y se intercambiaron los números de sus teléfonos. Odalys tenía la sabiduría de la Habana Vieja, era dulce como la panatela, y con una educación y formación sólida heredada de sus profesores rusos, amplio conocimiento de músicas clásicas y en literaturas imposibles. Terminó la carrera de derecho en su país, pero la situación económica le obligo a emigrar. Estuvo dando tumbos por Europa hasta su llegada a Sevilla. Muchas citas, cenas con interminables conversaciones sobre política y literatura, visitas a pequeños pueblos de Andalucía, tardes de exposiciones de pintura, conciertos y bueno, todo lo que surgía, hasta que decidieron formalizar la relación y empezar una nueva etapa juntos y para siempre.

"Te vas arrepentir, te va a engañar, solo quiere lo que quiere", pero además, "...cubana, comunista, republicana, atea, sudamericana, sin familia, madre soltera, manipuladora, aprovechada, provocadora’’ fue la bienvenida de su suegra, eso sí, no todos estos calificativos en un mismo día, poquito a poco como una lluvia suave que se va calando en la tierra y en las entrañas. Nunca supo Raquel que Odalys era santera, porque ese dato la hubiera matado sin un disparo.

El trece de junio fue el elegido. Ella dijo que iba a la Universidad donde estudiaba historia del arte. El doctor Armando recibió una llamada de la abogada que le decía que ya estaban sobre su mesa los papeles de inmigración de su esposa. Con su firma todo quedaría zanjado y ella tendría visa permanente en España. Canceló una cita con una de sus pacientes y como si se tratase de una urgencia se dirigió al bufete de su abogada. No pudo dar crédito a lo que llegó a ver desde el coche; en una dirección completamente distinta a la de la universidad, por la calle iba cruzando su esposa con su hermano. Ella le estaba hablando con una pasión desconocida para él. Primero sintió los martillazos de su corazón como si este quisiera salirse de su cuerpo. Así volvieron los celos de la infancia. Segundo su cabeza iba a estallar porque la voz de su madre se repetía en su mente una y otra vez "Te lo dije, te lo dije, te lo dije". Como un autómata regresó a su consulta e irreflexivamente llamó a su abogada; le pidió que rompiera todos los papeles de inmigración y que automáticamente le preparara los papeles del divorcio, esto se traduce a una deportación inmediata del país.

En el momento que él vio a Odalys hablando con su hermano, ella le contaba muy entusiasmada a su cuñado como le gustaría que fuese la celebración de su tercer aniversario de casada: "Quiero la mejor fiesta de Sevilla, los mejores músicos, que acudan todas las personas que quieren a tu hermano, un sitio exclusivo, mágico y sobre todo que sea tan especial que no lo olvide jamás, porque él se merece todo y más".

Este mismo día, el mismo santo, pero dos nombres y dos significados diferentes, el que es el día de San Antonio de Padua para la Señora Raquel, es el día del Eleggua para Odalys. Eluggua, "el que abre los caminos", le concedió su petición de una nueva etapa como ella le invocaba; pero no sabía esta que sería en otra dirección a la deseada. San Antonio de Padua, "el santo de las parejas" le concedió el deseo a la señora Duval porque ella le imploraba para que se rompiera aquella pareja.

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