Miquiz calacohuayan*
Elizabeth Marroquín
Elizabeth Marroquín
Puedo escuchar a mi madre llamándome desde la casa diciendo que ya es hora de preparar la comida. Esta es la hora que más detesto y en la que desaparezco, pero hoy se me ha hecho imposible.
Entro a la cocina sin ganas.
─No sé cocinar mamá. Es mejor que lo hagas tú.
─ Kalomt’e K’abel, ya no eres una niña. Tienes quince años y ya es hora de que aceptes a un marido pero ¿Cómo vas a conseguir a uno así?─ Mamá me dice alterándose.
Yo no le respondo, ni la veo a los ojos. En vez me pongo a preparar la masa. Ella no sabe que no pienso casarme. He tenido bastantes pretendientes en Calakmul pero cada uno de ellos se ha quedado con hambre.
Quiero ser más que una mujer de la casa que limpia, cocina y tiene hijos. Quiero tener libertad. Me encanta el tiro con arco y el olor del bosque. Cuando puedo me disfrazo y me escapo con los muchachos a cazar. Toda mi vida he escuchado decir que ese no es el lugar de una mujer pero mi puntería es mejor que la de mis hermanos.
Cuando termino de preparar la comida me escapo de la casa para despejarme un poco y pensar en lo que me ha dicho mi mamá. Sé que quedarme soltera no es una opción. Escucho una conmoción en el centro del pueblo, y cuando me asomo veo al rey con su tocado de plumas de quetzal, sus ojos bizcos y su frente plana. Será el hombre más bello del reino pero a mí no me impresiona, especialmente con ese carácter.
Al siguiente día mi madre me despierta muy apurada diciéndome que tendremos un invitado especial esta tarde y que tengo que empezar a preparar la comida. Le obedezco. No tiene sentido discutir con ella.
Cuando atardece, mi madre hace que yo prepare la mesa. Me da los platos de comida para que los empiece a poner. Cuando entro al comedor encuentro al rey sentado, y yo con el plato de comida en la mano. No sé que hacer. Si no se lo sirvo lo tomará contra mi familia pero no estoy lista para casarme y mucho menos con él.
─ In lak’ech* mi rey.
No me responde. Simplemente espera que le ponga el plato frente a él. Estoy pensando en regresarme a la cocina cuando mi mamá entra.
─ Izcalli* señor. Anda K’abel, sírvele la comida al rey.
Resignada lo hago. Había pedido ser más que un ama de casa pero nunca me imaginé que los dioses me convertirían en reina.
El rey me ha citado a su habitación por tercera vez. Está ansioso por tener hijos pero yo no. Al ver que le he rechazado la invitación por tercera vez, él decide venir a la mía. Cuando trato de escaparme hace que los guardias cierren las puertas. Hoy seré suya.
Hay un bebé creciendo dentro de mí. Un bebé que nunca quise. Es hora de llevarle al rey su cena adornada con kabal muk.* Me siento frente a él con una sonrisa. Aquí estaré para verlo entrar por la puerta de la muerte. Esta noche seré lo que siempre quise ser: Una mujer libre. Seré más que la esposa del rey. Seré más que una madre. Libraré a mi gente de las manos de los tlalpoloani* y mi tierra volverá a escuchar a nuestro quetzal cantar. Se acordarán de mí, Kalomt’e K’abel, la reina guerrera.
*Puerta de la muerte.
*Forma de saludarse. Significa soy otro tú.
*Tu casa
*Planta toxica
*Conquistador o destructor de tierras y personas.
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